
Guillermo Carey era un zapatero remendón antes de ser misionero. Era cristiano, conocía “La Gran Comisión” y la sentía: por lo mismo anhelaba vehementemente que alguien llevara el evangelio a los paganos que vivían en lejanas tierras donde no se había predicado. Tanto era su interés misionero a favor de esos países, que enfrente de su banco de trabajo puso un mapa...